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Desde que estoy en España, he adelgazado. Tampoco mucho; más bien he vuelto a un peso normal para mí. Es que, la verdad, el último año en la India gané unos cuantos de kilos que me sobraban. Culpo a mi centro de yoga por ello.

En mi humilde opinión, la comida de la India, así, en general, está deliciosa. Me gustan los sabzis con rotis, más típicos del norte; las versiones gujaratíes de estos curris, un poco dulces; los aperitivos como pani puri, samosas o patra; la comida típica del sur, como las dosas… Podía pasarme párrafos hablando de todo esto, pero voy a centrarme en lo que comía los domingos: arroz en dos versiones, como biryani (del que os hablaré en otra ocasión), o como «comidas del sur de la India».

Sí, se llaman así: South Indian meals. Son la versión del sur de los thalis del norte del país. En los restaurantes que los sirven se paga un precio único, entre 200 y 500 rupias normalmente (de dos euros y medio a seis y medio, aproximadamente), y tienes comida ilimitada de las preparaciones que se incluyan. Mientras que los thalis se sirven en platos metálicos, las meals del sur suelen comerse sobre hojas de banana. También lo que incluye varía mucho de un tipo a otro.

¿Qué llevan las comidas del sur de la India?

En las meals, primero te ponen la hoja de banana y un vaso con agua, para beber. Se suelen verter una gotitas sobre la hoja para limpiarla y después se escurre sobre la mesa. Así, al apoyar de nuevo la hoja sobre la mesa húmeda, esta se queda pegada. Al lado del agua te traen unos cuenquitos que contienen:

  • Sambhar: sopa especiada hecha con lentejas (el cuenco más a la derecha en la foto de arriba).
  • Rasam: sopa hecha con tamarindo y tomate, aunque a veces lleva lentejas también. Más líquida que el sambhar (segundo cuenco por la derecha).
  • Dahi: yogur (el de la izquierda; solo se ve la mitad).
  • Buttermilk: bebida hecha con yogur y agua y con especias (el cuenco del centro).
  • Kheer: un dulce tipo arroz con leche. A veces sirven otras cosas; en el caso de la foto, ni sé qué era (con la cuchara encima).

Ahora, en el centro de la hoja te sirven arroz blanco. Alrededor de este te ponen un poco de un sabzi, a veces de patata, a veces de otras verduras (no está en la foto, porque era mi parte menos favorita y pedí que no me sirvieran); un poco de lentejas con espinacas, que quizás no suene apetecible, pero está delicioso (a la derecha del arroz); y un poco de chutney picante (a la izquierda del arroz). ¡Ah! Y también papadoms crujientes para acompañar (a la derecha del todo en la foto).

Ya tenemos todo delante de nosotros. Si queremos, además, pueden añadir una cucharadita de ghee (mantequilla clarificada) por encima del arroz e incluso podi (también conocido como gunpowder, ‘pólvora’), que es un polvo picante hecho con una legumbre parecida a los guisantes.

Y esto, ¿cómo se come?

Y ahora os preguntaréis cómo se come esto. Para empezar, con las manos. Nadie, en serio, nadie come esto con cubiertos, así que id preparados para embadurnaros hasta el codo. Por cierto, si no queréis que se rían de vosotros, nada de usar tres dedos; se come con los cinco. Vamos mezclando el arroz con el resto de cosas en nuestra hoja de banana (en la esquina inferior derecha de la foto podéis ver que yo ya había empezado a comer). También podemos ir añadiendo al arroz el rasam y el sambhar (¡con cuidado! Están muy líquidos y pueden fluir hasta el borde de la hoja y, de ahí, a tu pantalón).

El dulce se suele dejar para el final; el buttermilk se bebe; y el dahi se puede tomar a la vez que lo demás para calmar el picor. También puede tomarse mezclado con el arroz y con podi (como a mí me gusta, personalmente), o solo y con azúcar. Y no os preocupéis si se os acaba el arroz o si queréis repetir de alguna cosa: los camareros van dando vueltas por la sala sirviendo a quien lo necesite.

Os aseguro que he visto a indios meterse entre pecho y espalda unas cantidades de arroz que no consumo yo en una semana. Y, bueno, está todo tan rico que igual yo me pasaba un poco también. Pero la culpa de que engordara es, como os decía, de mi centro de yoga, que lo traspasaron y tardó en volver a abrir tres meses. En ese tiempo, yo comía igual, pero el lugar de ir 5 o 6 veces por semana a hacer ejercicio, iba un total de: cero. Y claro, eso se nota. Tuve que alejarme de la India para perder esos kilos de más. Ahora estoy más delgada, sí, pero ¿merece la pena una vida sin biryanis o «comidas del sur»? No lo tengo muy claro…

 

Para que os hagáis una idea de cómo funciona, aquí tenéis un vídeo de una peli de Kollywood. Es un sketch cómico y no, yo no entiendo lo que dicen tampoco; aquí hemos venido a ver cómo sirven las meals, no a disfrutar del humor indio.

 

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