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Aunque tengo pendiente hablaros de las consecuencias de la desmonetización, como os comenté la semana pasada, creo que es importante que a veces hablemos también de la actualidad. Y, por desgracia, la actualidad es la pandemia del coronavirus y su efecto en los jornaleros de la India.

Hoy hace una semana que se anunció el confinamiento en la India, el cual comenzaría el 25 de marzo. A les que sabemos cómo son las cosas allí nos preocupaban los slums, esas barriadas de chabolas en las que no hay ni agua corriente, y si la gente obedecería al gobierno.

Quizás a Modi también le preocupaba, ya que optó por una de las cuarentenas más estrictas. Desde ese día dejaron de moverse todos los trenes, autobuses y aviones nacionales. Se acabó el transporte. También se prohibieron las actividades comerciales, industriales y religiosas. El toque de queda que impide a la gente salir de casa creó, por supuesto, caos la misma noche del anuncio, cuando muchos intentaron ir a por alimentos esenciales a las tiendas. Puedo confirmar que el papel higiénico no fue víctima allí, ya que apenas lo usan.

En fin, el gobierno ha asegurado que no faltarán productos esenciales, pero el problema ha venido principalmente por otro lado: el de los jornaleros. En la India aún hoy en día la mayoría de los hogares de clase media de las ciudades (digo la mayoría porque obviamente no puedo dar un número, pero apostaría a que al menos el 95 %) tienen a trabajadores en su casa: gente que va una vez al día a cocinar o a limpiar. Estos trabajadores a veces van a varios hogares cada día. Además, una práctica muy común en la construcción y en muchas fábricas consiste en contratar a personas por un día. Cada mañana los recogen en un punto de encuentro; cada tarde les pagan por su trabajo.

La mayoría de estos jornaleros no son de la ciudad; viven allí porque allí es donde está el trabajo, pero sus familias, a las que les envían sus ganancias, están en sus pueblos de origen. Estos pueblos en ocasiones están a cientos de kilómetros de distancia. Y ahora que han perdido sus ingresos, no les queda otro remedio más que volver a sus casas, donde al menos tendrán menos gastos. El problema es que, como os decía, todos los medios de transporte dejaron de funcionar el 25 de marzo. ¿Qué hace esta gente? Pues ponerse en marcha, a pie, para intentar llegar a sus hogares. Y ya hay fallecidos: atropellos, accidentes y muertes por agotamiento.

Aunque este tipo de «éxodo» no es algo nuevo, parece que el gobierno no fue capaz de preverlo. Para ayudar a estas personas a volver a sus hogares, los gobiernos locales fletaron autobuses, lo cual atrajo a cientos de personas a las estaciones, donde era imposible mantener la distancia social. Arvind Kejriwal, oponente político de Modi en las elecciones de 2014 y ministro principal de Delhi en la actualidad, ha pedido a los trabajadores que no se vayan; que el gobierno pagará su alojamiento y abrirá centros de distribución de alimentos. Modi, por su parte, se ha disculpado por los efectos de estas medidas especialmente entre los más pobres, pero ha recalcado que son «necesarias».

Ahora solo queda esperar. Esperar a ver si las medidas para apoyar a estos trabajadores no se quedan en palabras vacías. Y esperar a ver si la cuarentena ayuda a controlar al virus en el país, en el que actualmente hay menos de 1500 afectados, antes de que se convierta en una auténtica tragedia.

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