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Hace un par de semanas os hablé del espacio personal y la distancia física en la India. Hoy os hablo de otro tipo de distanciamiento que se da allí: la distancia emocional. Aunque quizás sea subjetivo, comparto esta opinión con otras personas no-indias que han vivido allí tanto como yo.

He intentado encontrar un artículo que leí hace tiempo, cuando vivía en India, pero he sido incapaz, así que tenéis que fiaros de mi palabra. Este artículo, escrito por una persona india, explicaba la incapacidad de los padres y sus hijos para comunicarse. Hablan, sí, pero no de sentimientos. No se cuentan si están agobiados por los estudios, o qué les preocupa, o si han conocido a alguien importante. Los padres tampoco crean ese vínculo con sus hijos porque es lo que aprendieron: ellos tampoco hablaban de esas cosas con sus progenitores.

Ya sé que cada familia es diferente, y quizás estéis pensando que en la vuestra tampoco se comentan esas cosas. Lo que pasa es que en la India esto es algo que está muy enraizado en la sociedad; lo raro es hablar. De todas formas si, por ejemplo, un indio tiene novia o fuma, es probable que los padres lo sepan. Y los hijos saben que lo saben. Pero todo el mundo hace como si no.

Y con los amigos, aunque yo he llegado a tener gente muy cercana de allí, también he visto algo parecido. A veces, grupos que parecen uña y carne se conocen mucho, pero en lo superficial; no hablan de sentimientos demasiado profundos, no cuentan sus penas más oscuras a sus amigos más cercanos.

En general, a los indios les cuesta hablar de sentimientos. Y probablemente a veces ni se puedan permitir observar lo que sienten; están acostumbrados a enterrarlo para que nadie lo vea, no sea que se enamoren de alguien que no es quien su familia ha elegido para que se casen.

De todas formas, la entrada de hoy es más una reflexión sobre mi percepción como inmigrante de las relaciones indias que un hecho probado, así que podéis tomar con pinzas lo que os he contado. Por supuesto, todo esto no quiere decir que no se puedan tener relaciones significativas con indios; se puede, y merecen la pena. Lo que pasa es que cuesta más.

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