Si recordáis, hace unas semanas comenzamos esta serie de «matrimonios en la India», en la que os voy a ir contando anécdotas sobre las bodas en el país. Si queréis, podéis empezar leyendo la historia de Hina, pero no es imprescindible.
Hoy os hablo de Anika (tampoco es su nombre real). De hecho yo no conocía a esta chica, pero fui a su casa a recoger algo que tenía su compañera de piso que era la hermana de un amigo de un amigo. Vamos, que era una total desconocida, pero en lo que yo esperaba a la otra chica, nos sentamos a hablar y tomar un té.
Me contó que, probablemente, se mudaría pronto a Mumbai, ya que iba a estudiar un máster, aunque aún no sabía muy bien de qué. En realidad, no le apetecía mucho.
—Entonces, ¿por qué vas a estudiar más? No sé, si ahora tienes trabajo, ¿no es mejor que aproveches?
—Es que mis padres quieren que siga estudiando. Si tengo un máster, podrán encontrarme un marido mejor.
A mí se me debió de quedar cara de tonta. Aunque hacía ya unos años que estaba en la India, escuchar algo así, tan normalizado, de la boca de una veinteañera, me seguía sorprendiendo. Y no pude evitar decírselo:
—No me parece el mejor motivo para estudiar, pero bueno. Creo que los padres deberían tener en cuenta lo que quieres hacer tú, ¿no?
—En realidad lo hacen por nuestro bien. Porque quieren lo mejor para nosotros. Y nosotros debemos obedecer.
No estaba de acuerdo.
—Bueno, pero no es su vida. Es la tuya, y deberías tener control sobre ella, ¿no?
No me miró muy bien. Creo que la ofendí. En realidad, no era asunto mío. Como apenas la conocía, simplemente cambiamos a un tema menos controvertido hasta que llegó su compañera de piso.
De aquí podemos sacar un par conclusiones. Se tarda mucho, ¡mucho!, en normalizar los matrimonios concertados desde nuestra perspectiva occidental. En realidad, al menos en mi caso, aunque los normalice, nunca me parecerán una opción acertada. También es verdad que cada vez hay más indios en contra de esta práctica; aunque cambiar una sociedad de 1 300 millones de personas lleva su tiempo.
Además, los padres, al buscar un matrimonio concertado para sus hijos, siempre buscan un beneficio. Y para ello, hay que ofrecer algo a cambio, ¿no? Quid pro quo. Si quieres un marido rico para tu hija, ella tendrá que tener estudios. Eso sí, es probable que solo les interese su título de máster para fardar de la categoría de la nueva nuera, y le pidan, después, que se quede a trabajar en casa, limpiando, cocinando y cuidando de sus hijos.
Y, bueno, como ya os quedaría bastante claro con la historia de Hina, los padres tienen un gran poder sobre los hijos. Esto es así en la gran mayoría de los casos. Y es que hay padres autoritarios, pero, sobre todo, hay hijos muy obedientes, y hay también padres con un manejo experto del chantaje emocional.
Autor de la fotografía: Yogita [CC BY 3.0 (https://creativecommons.org/licenses/by/3.0)]