Cuando trabajaba en Ahmedabad había un descampado cerca de la oficina. No sé si seguirá allí hoy en día o si habrán construido un edificio más. Solía acercarme por la zona a tomar té en un kittli (o puesto de té). Y el descampado solía estar vacío. Alguna vez montaban allí enormes mercados de ropa y artesanía, y quizás os hable de ellos en otra ocasión. Hoy os voy a hablar del circo ambulante que estuvo allí durante un mes.
Un grupo de amigos decidimos ir. En Ahmedabad no hay mucha variedad de actividades, así que no nos pareció una mala idea. Era un circo tradicional e incluía todo lo que suele tener un circo: había payasos, equilibristas, acróbatas, un presentador que intentaba por todos los medios mantener nuestra atención… Y había animales también. A Pablo le encantaban las acrobacias. Y disfrutó de esa parte. Incluso se hizo amigo de los acróbatas y fue a practicar con ellos por las mañanas durante las semanas que estarían allí. Pero a Pablo y a mí no nos gustaba para nada la parte de los animales. Había incluso un bebé de elefante siguiendo a su madre. Después de ver eso, ya no nos apetecía quedarnos allí, así que decidimos salir y esperar por los demás fuera, mientras recordábamos a Dumbo y cómo encerraban a su madre porque un bebé de humano maleducado atacaba a su cría.
Un circo es un espectáculo. ¿Por qué, para entretenernos, tenemos que esclavizar a animales y sacarlos de su hábitat? ¿Por qué tenemos tan poca empatía? Fue la última vez que fui a un circo. Y no porque fuera un circo indio. Sino porque era un circo con animales. Salimos de allí tristes en lugar de felices. ¿No contradice eso la idea de un espectáculo?