En el siglo XIX se empezó a construir el ferrocarril en la India. La mayor parte de este desarrollo se produjo durante el Raj británico. A mediados de siglo salió de Mumbai el primer tren de pasajeros, que solo recorría 34 kilómetros. Sin embargo, las distancias de este medio de transporte cada vez aumentaban más.
En un principio, los pasajeros tenían que bajarse en las estaciones si tenían que ir al baño, ya que no había en el tren. Pero esto cambió después de una carta que recibió, en 1909, una Oficina del Ferrocarril de Bengala Occidental. Y esto es lo que decía:
Estimado señor:
Yo soy llegar en tren de pasajeros a la estación de Ahmedpur y mi tripa es demasiado hinchazón con yaca. Por eso voy a excusado. Justo haciendo de cuerpo que el guardia toca el silbato para que el tren sale y yo estoy corriendo con jarra en una mano y dhoti en otra cuando me caigo y muestro todas mis vergüenzas a hombre y mujeres femeniles en andén. Yo soy dejado en la estación de Ahmedpur.
Esto es mucho malo, si pasajero va a hacer excremento que el maldito guardia no espere el tren minutos por él. Por consiguiente le ruego haga una gran multa a ese guardia por el bien del público. De otro modo, voy a hacer gran informe a los periódicos.
Su seguro servidor,
OKHIL CH. SEN.
La jarra que lleva el remite de esta cómica misiva en la mano es la que se usa en los baños para limpiarse el trasero con agua. Ya os hablaré con detalle de los baños en la India… Por otro lado, un dhoti es una tela que se enrolla a modo de pantalón. Un ejemplo claro son los que vestía Gandhi.
En cuanto a la redacción, es evidente que el inglés no era la lengua materna del pobre señor Okhil, que hizo un esfuerzo sobrehumano para explicar su desgracia a la Oficina del Ferrocarril. Aquí debajo tenéis una copia de esta carta, que está en el Museo del Ferrocarril de la India, en Nueva Delhi. Viendo el lado positivo, su desgracia trajo los baños al tren, y la inmortalidad al damnificado.