Empecé a hacer yoga hace más de diez años. Obviamente, no siempre he sido constante; ha habido unas épocas mejores que otras. Si no, sería casi como Kino a estas alturas, pero no.
Todo el mundo ha oído hablar del yoga en algún momento, pero si nunca has ido a una clase, probablemente pienses que consiste en sentarse en postura de loto y decir «Ooooooooooommmmmmmmm». Nada más lejos de la realidad, aunque cualquiera lo diría, con la foto que acabáis de ver. Pero es normal; a todos nos sorprende el yoga al principio.
Como el domingo que viene, 21 de junio, es el Día Internacional del Yoga, hoy voy a hablaros un poquito de esta práctica, y a animaros a probar, por supuesto.
¿Qué significa la palabra «yoga»?
‘Yoga’ es una palabra procedente del sánscrito. En hindi se escribe योग y, en principio, debería pronunciarse /yog/, ya que la ‘a’ breve del final se pierde, pero incluso en India pronuncian a menudo /yoga/ hoy en día (por influencia del inglés, ¡cosas de las lenguas!). ‘Yoga’ significa “unión”, y comparte raíz con la palabra ‘yugo’ en español. Pero, ¿unión de qué? Unión de mi cuerpo, mi mente y mi yo. Unión de la humanidad. Conexión con el universo y con la tierra en la que vivimos.
¿Qué es el yoga?
El yoga es una práctica holística. Esto quiere decir que abarca todos los aspectos de la vida. Hacer yoga no es ir un día a clase y hacer posturitas. De hecho, eso es hacer «asanas» (posturas). El yoga es mucho más. Es vivir de acuerdo a unos principios morales. Es calmar la mente con la meditación. Es disfrutar el aquí y el ahora, sin dejarnos llevar por nuestros impulsos, pero escuchándonos. Es cuidar de nuestro cuerpo.
Si queréis que me ponga un poco más técnica, Patanjali, que escribió los «yogasutras» (un compendio de aforismos o frases breves que reflejan la filosofía del yoga), lo define así en el segundo aforismo: yogash chitta vritti nirodha. Ya, os he dejado igual. Esto significa que el yoga es el control de las fluctuaciones de la mente. Significa que nuestra mente está en continuo movimiento, pasando de una idea a otra, causándonos ansiedad, preocupación… Y el yoga es la práctica por la que reducimos ese galimatías y vaciamos la mente.
¿Cómo se practica el yoga?
La filosofía del yoga propone una escalera de ocho peldaños. Los dos primeros comprenden 10 valores morales (cinco yamas u observaciones negativas y cinco niyamas u observaciones positivas). Antiguamente, un yogui que quisiera acercarse a esta práctica tenía que cumplir con estos preceptos morales para pasar al tercer peldaño. Hoy, sin embargo, solemos empezar por él: las asanas.
Si asistís a una buena clase de yoga, habrá asanas (posturas), pero también algo de pranayama (control de la respiración) y debería haber meditación. Las asanas y el pranayama sirven para ayudarnos a meditar mejor: si tenemos una mejor forma física, podremos sentarnos durante periodos de tiempo más largos a meditar. Una clase de yoga sin una buena relajación y meditación está incompleta, porque, si recordáis, el objetivo del yoga es calmar nuestra mente.
Creo que, como introducción teórica, ya vale por hoy. Porque, además, el yoga, aunque tiene teoría, no es teoría. Es práctica. Saber sobre yoga no aporta beneficios. Es como saber el camino hasta París, por ejemplo. Para visitar la ciudad hay que recorrerlo, no verlo en un mapa.
Desde que en 2015 la ONU declaró el 21 de junio como el Día Internacional del Yoga, en esta fecha suele haber eventos en muchas ciudades. Aunque este año puede que haya menos, os animo a buscarlos y asistir (guardando la distancia física necesaria, por supuesto). Probad. Y, si podéis, probad con varios profesores. No abandonéis si el primero no os gusta. Os aseguro que, una vez sientes los beneficios de esta práctica, siempre querrás volver a ella.