En la India, la familia es muy importante. Eso sí, siempre de una forma muy jerarquizada. Los padres mandan; los hijos obedecen. Normal, ¿no? Bueno, cuando hablamos de menores, sí. Cuando hablamos de adultos, ya no tanto. Y cuando digo adultos, me refiero a gente de veinte, treinta o cuarenta años.
Sí, lo sé. Hay de todo por el mundo. Aquí también hay familias que se meten mucho en qué estudian sus hijos, o en si les gusta su pareja o no. Pero hoy os voy a contar la historia de una chica que conocí allí. Vamos a llamarla Hina, que no es, por supuesto, su nombre real.
Cuando conocí a Hina, yo tenía más de treinta años y ella poco más de veinte. Acababa de terminar la carrera y conseguir su primer trabajo. Estaba en esa etapa de la vida en la que quieres ser adulto, pero no te ves como tal. La verdad es que su entorno no ayudaba.
Por suerte, a Hina aún no habían empezado a buscarle marido. Sin embargo, tampoco querían que tuviera contacto con ningún chico. ¿Que cómo lo sé? Pues porque un día me dijo que no tenía su móvil.
—¿Y eso? ¿Se te ha olvidado?
—No. Me lo ha quitado mi madre. Se ha enterado de que hablaba con un amigo de la carrera.
—Pero te hace falta para coger el taxi para volver a casa y esas cosas…
—Ya, pero es que ya me lo había advertido. Me cogió el móvil y vio mi conversación con él.
—Vaya, no le gusta nada que tengas novio.
Ni que tengas intimidad, pensé, pero no lo dije en voz alta.
—No, si no es mi novio; solo es un amigo.
Aquí me puse mi capa de empatía con los padres, provenientes de una cultura en la que el matrimonio concertado es la norma.
—Ya, sí que he oído que mucha gente con matrimonio concertado quiere eso mismo para sus hijos. Supongo que no se quieren arriesgar a que encuentres a alguien y te cases por amor, algo que quizás no entiendan.
—No, no, si mis padres tuvieron un matrimonio por amor.
Bueno, aquí ya sí que me quedé sin palabras. ¿Ellos habían hecho lo que querían, pero no se lo permitirían a su hija? ¿Pero qué…?
En realidad, los motivos que tuvieran para no querer un matrimonio por amor para ella son irrelevantes (quizás ellos no eran felices y quisieran evitarle ese mal trago a su hija). Lo que quería mostraros con esta pequeña escena es que los padres mandan. Si te tienen que mirar el móvil, te lo mirarán. Si te tienen que castigar sin salir (aunque tengas treinta años), te castigarán. Y si quieren que te cases con quien ellos elijan, lucharán con uñas y dientes hasta que pases por el aro.
No todos los hijos hacen siempre lo que les piden, pero ya os hablaré de esos casos. Este me parecía representativo de cómo mandan algunos padres: con un «haz lo que yo digo pero no lo que yo hago» en toda regla. Y mandarán hasta que ya no estén, aunque los hijos tengan cincuenta años para entonces. Y ahí es cuando empiezas a tener el control de tu vida. Y de la de tus hijos, por supuesto.
Autor de la fotografía: Yogita [CC BY 3.0 (https://creativecommons.org/licenses/by/3.0)]