Cada uno vivimos en nuestra burbuja. Vemos el mundo desde una perspectiva que, a menudo, nos hace pensar que las prioridades de otros son las mismas que las nuestras. Pero cada país es un mundo, y el deporte es buena muestra de ello.
En España, el deporte rey es el fútbol. Sin discusión. Sí, en la tele también echan vueltas ciclistas, partidos de tenis o de baloncesto o patinaje sobre hielo, por poner algunos ejemplos. Y luego hay deportes aún más minoritarios aquí, como puede ser el rugby, por ejemplo. ¿Existe y hay equipos? Sí. ¿Hay un interés generalizado por este deporte? No. Si lo comparamos con el fútbol, casi nada.
Tomando el rugby como ejemplo, en Irlanda les sorprende mucho que en España sea un deporte tan minoritario. Allí levanta pasiones tanto o más que el fútbol aquí. Y estamos al ladito. Imaginad las enormes diferencias que puede haber cuando nos vamos a otros lugares más lejanos del mundo.
Yo nunca he tenido un interés especial en los deportes, así que cuando llegué a la India no sabía ni qué era el críquet. De hecho, lo asociaba con Reino Unido y lo confundía con el polo, no os digo más. Pero, en la India, el críquet es «su fútbol».
El críquet, por si tenéis tan poca idea como yo, se parece un poco al béisbol. Hay dos equipos. En la primera mitad de un partido, que puede durar horas repartidas en varios días, un equipo batea y el otro lanza la bola. El equipo que batea intenta hacer el máximo de carreras, enviando la bola lo más lejos posible y corriendo entre dos puntos (en lugar de alrededor del campo, como en el béisbol). Hay dos bateadores en el campo, y el otro equipo, el que lanza la bola, intenta eliminarlos. Si elimina a un bateador, entra otro, hasta un máximo de once. La duración del partido no está fijada. Así, la primera mitad termina, bien cuando se ha eliminado a todos los bateadores, bien cuando se han lanzado todas las bolas. En la Copa Mundial de Críquet, por ejemplo, se juegan 50 overs; un over son 6 lanzamientos. Y, después, se juega la otra mitad, en la que el equipo que lanzaba pasa a batear e intenta superar el número de carreras del otro.
Esto, obviamente, es lo más que puedo simplificarlo. Hay varias formas de eliminar a los bateadores, y las carreras no se «corren» siempre; también se consiguen lanzando la bola fuera del campo. Una vez empiezas a entender el funcionamiento básico, aunque pueda parecer un deporte lento, es entretenido, y hay finales de mucha tensión.
Si queréis ver un partido de críquet que no os deje indiferentes, os recomiendo el de Lagaan, por supuesto. Vale, es ficción, pero podréis entender un poco cómo funciona y disfrutarlo.
No voy a extenderme más con este tema por hoy, aunque aquí hay mucha tela que cortar. Pero antes de despedirme, quiero presentaros a uno de los criquetistas (¿criqueteros?) más famosos de la historia en la India: Sachin Tendulkar. Aunque ya está retirado, es una leyenda en el país; se le considera el mejor bateador de la historia. En Mumbai, su ciudad natal, hay una escultura en la playa en su honor (la cual podéis ver más arriba).
Pero, igual que nosotros nos pensamos que el fútbol lo es todo en otros países, en India también creen que fuera de sus fronteras el críquet es igual de importante que dentro. Y no. En 2014, el señor Tendulkar estuvo en persona en un partido de Maria Sharapova. Un periodista le preguntó a Maria si sabía quién era Sachin Tendulkar. Y dijo que no. EL DRAMA. Algunos indios se ofendieron muchísimo y se hizo viral el meme «¿quién es Maria Sharapova?». Por cierto, entre los ofendiditos NO estaba Sachin Tendulkar, que declaró que los deportistas no siguen todos los deportes, y que a él le podría haber pasado lo mismo con un baloncestista.
A pesar de haber vivido en Mumbai y visitado la escultura que veis arriba decenas de veces, nunca le saqué una foto, porque soy así. Eso sí, tengo la instantánea de un helado de yogur que compraba justo enfrente y me sentaba a comer allí mismo. Prioridades. Así que la foto no es mía, sino de Ashwin John.